La fuerza de un molino, la fuerza de Karl.
Una vez más el gran maestro de maestros KARL LAGERFELD impresionó a cuántos estaban absolutamente estupefactos ante la presencia de grandes molinos en el Grand Palais de Francia, y sí, está vez PARIS FASHION WEEK y su Primavera Verano 2013, se elevó por lo alto con paneles de energía eólica tanto por el suelo como por la salida y entrada de las modelos.
Me permitiré comentar que en la tierra de mis padres, que es como si fuera mía también, porque así me educaron y así la considero, Galícia, es un lugar que al voltear hacia los lados y elevar un poco la mirada, se vuelve lo más común y cotidiano el ver este tipo de energía, filas y filas de molinos inundan la ciudad, por lo cuál al momento de comenzar a ver el desfile del Kaiser de la moda, no pude evitar que lo primero que apareciera en mi mente fuera eso, mi querida Galicia... En fin, después de este momento de melancolía y recuerdos, me enfocaré en lo majestuosa que fué esta colección.
Una pasarela infinita, perfectamente adornada y con cantidad de celebrities, editoras de revistas, modelos y expertos en moda ocupaban las primeras filas. El desfile comenzó y por un momento yo solo veía una cosa, una de mis perdiciones... perlas, pero no cualquier perla, estas eran gigantes, un tamaño impecable y que sería difícil de llevar si no tuvieran escritas detrás un nombre de 6 letras, CHANEL.
Dejando atrás uno de los símbolos por excelencia de la marca, las cadenas, fueron de las cosas que se echaron de menos, sin embargo, la presencia de una gran paleta de colores que abarcaba desde los típicos de la casa como el blanco y el negro, hasta los más atrevidos y primaverales que iban variando en tonos verdes, rosas y morados acompañados de azules que combinaban perfectamente con la pasarela.
Prendas oversize, estructuradas pero a la vez mostrando el cuerpo femenino de forma especial, vestidos que se perdían con el volumen que observábamos entre modelo y modelo, volumen que no solo se vió en prendas, si no que también hacía acto de presencia en collares inmensamente grandes, zapatos que me recuerdan un poco a esos que usaba en mi infancia-pubertad (perdóname Karl, pero YO no los pondría), el espectacular bolso de playa que apareció en compañía de un logo gigante. Tacones que se rodeaban de detalles transparentes y mezclilla que decora algunos looks. Una colección fresca y divertida pero sobretodo simple, una simpleza que logra que Chanel sea cada vez más único y porque hoy Lagerfeld nos recuerda que menos, es más.
Me permitiré comentar que en la tierra de mis padres, que es como si fuera mía también, porque así me educaron y así la considero, Galícia, es un lugar que al voltear hacia los lados y elevar un poco la mirada, se vuelve lo más común y cotidiano el ver este tipo de energía, filas y filas de molinos inundan la ciudad, por lo cuál al momento de comenzar a ver el desfile del Kaiser de la moda, no pude evitar que lo primero que apareciera en mi mente fuera eso, mi querida Galicia... En fin, después de este momento de melancolía y recuerdos, me enfocaré en lo majestuosa que fué esta colección.
Una pasarela infinita, perfectamente adornada y con cantidad de celebrities, editoras de revistas, modelos y expertos en moda ocupaban las primeras filas. El desfile comenzó y por un momento yo solo veía una cosa, una de mis perdiciones... perlas, pero no cualquier perla, estas eran gigantes, un tamaño impecable y que sería difícil de llevar si no tuvieran escritas detrás un nombre de 6 letras, CHANEL.
Dejando atrás uno de los símbolos por excelencia de la marca, las cadenas, fueron de las cosas que se echaron de menos, sin embargo, la presencia de una gran paleta de colores que abarcaba desde los típicos de la casa como el blanco y el negro, hasta los más atrevidos y primaverales que iban variando en tonos verdes, rosas y morados acompañados de azules que combinaban perfectamente con la pasarela.
Prendas oversize, estructuradas pero a la vez mostrando el cuerpo femenino de forma especial, vestidos que se perdían con el volumen que observábamos entre modelo y modelo, volumen que no solo se vió en prendas, si no que también hacía acto de presencia en collares inmensamente grandes, zapatos que me recuerdan un poco a esos que usaba en mi infancia-pubertad (perdóname Karl, pero YO no los pondría), el espectacular bolso de playa que apareció en compañía de un logo gigante. Tacones que se rodeaban de detalles transparentes y mezclilla que decora algunos looks. Una colección fresca y divertida pero sobretodo simple, una simpleza que logra que Chanel sea cada vez más único y porque hoy Lagerfeld nos recuerda que menos, es más.
Colores llamativos iluminaron el Grand Palais, como si la sola presencia de Karl y sus molinos fuera poco.
La hermosura y elegancia de este look, superior.
Siendo el ÚNICO logo en todo el desfile, de esta magnitud claro, me enamoró. Karl Lagerfeld comentó que se podían encontrar pequeñas insignias, ya que era una colección simple y fresca.
Yo; muy sencilla... ¡N E C E S I T O esa t-shirt!. Así.
Algodón y más algodón...
Un escenario... ¡ Inolvidable!
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